Wednesday, March 22, 2006

Hoy ví los semáforos estáticos en rojo, color que llama a la mente y en verdad, quise joderme un rato, el camino no avanzaba el flash marcaba una hora retrasada para mi sentido.
Me puse a pensar en el ayer y en el mañana. Los ojos del aparato aquel que te indica cuando caminar, parpadearon uno después que del otro, me empezó a doler la cabeza.
Ayer pensé en eso de que me gusta enamorarme de mundos disparados.
Pero llegue a la conclusión de que no es así del todo.
Avancé unos cuantos kilómetros, prendí un cigarro, no acostumbro hacerlo a primera hora, pero hoy mi mañana lo necesitaba, ante tanto rojo parpadeante.
Para algunos es un color relativo al amor por eso de los corazones, para mi es relativo al dolor por lo mismo.
Siempre veo como brota y sale a relucir de alguna manera frente a mí, en las calles, en las ropas, las flores, los golpes y algunos moretones.
Igual y es un color, al que le adjudico cierta fuerza, es envolvente, como si el dolor no lo fuera... como si el amor no lo fuera, que irónico.
Mi mamá me enseñó a darme a desear, como vulgarmente se dice, pero no me enseño a quedarme sin deseos, me inculcó un miedo extraño al color del rojo. Y por alguna razón, a veces funciona ese miedo. A veces sirve, a veces mata, truena y ensordece.

Ayer me di cuenta de que escribo demasiado, de que tomé a un ser inconcluso de tintes machistas y a la vez liberales, como pretexto de mis letras, de mis cuentos y divagos.
Me decepcioné.
Lloré, fumé y tomé café hasta irritarme el alma, hasta que logré no distinguir entre una posible gastritis o un reventamiento de úlcera por tanto coraje.
El noviazgo no es fácil.
O por lo menos no ese.
Pensé de repente en una vida de sumisión total, de besos dados a la fuerza, de confusión, ¿es así la cosa?
Digo yo nunca lo he visto, cuando veo quien sede a quien, y si he visto a muchas sumisas, pero nunca me había sentido bajo algo. Nunca más quiero sentirme así.
Volví a llorar un rato.
Y después de todo, no me enoje y no me sentía tan mal, le regalé mis cuentos, bueno los que le corresponden y creo que así esto, hay que mandar volando lo que no nos corresponde.
Aunque digan ellos que sí.
Es mentira.
Aunque te culpen a ti, que digan que la confusión tiene la culpa. Hay que saber cuando retirarse y no seguir jugando a ser quien no quieres, solo porque no sabes que se siente ser así.
Pero me di cuenta de que hay mundos tan disparados que se juntan algún tiempo para dispararse más unos a otros.
Y a veces funcionan más de lejos que de cerca.

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