Sunday, September 27, 2009

Ni en otros tiempos me había sentido tan segura como ese día en el parque. La noche era templada y no tenía estrellas, bueno desde la ciudad no pueden verse, pero puedo jurar que si me esforzaba un poco más podría haberlas visto alrededor de los columpios donde estabámos sentados. Traía un té passion en las manos, y platicabámos no sé de qué, pero lo hacíamos como si el lugar estuviera desierto. Recuerdo que me balanceaba en el columpio y cuando estaba en el punto más alto me soltaba para caer de pie, ya no me salía igual pero de todas formas me divertía.

Subimos a un resbaladero de cemento, nos acostamos a ver el cielo, escuchábamos voces de gente caminando, niños que jugaban basketball y realmente no platicabámos nada, sólo estábamos ahí los dos, haciendo lo que siempre hacíamos: compartir.
Compartiendo un cielo sin estrellas, un sábado sin hacer nada, un té sin azúcar y un tiempo que se iba de las manos mientras me contabas algo de tu abuela.

Te vi escribir algo sobre la pared del resbaladero, no me dejaste ver, dijiste que algún día me llevarías a ver lo que ese día salío de tu mente. No intenté convencerte de nada, me diste un beso y yo me sentía tan feliz, que simplemente te dejé ser y te hice creer que no había visto nada, cuando podría hasta reconocer ese pedazo de cemento si algún día lo arrancaras.

En una tinta azul quedaron nuestros nombres y un te amo. Hace días pasé por ahí y subí al resbaladero y vi de nuevo ese algo que no se ha desvanecido así como nosotros, como cuando dejamos de compartir. Y no me refiero a los días, ni las cosas, ni los sueños, ni palabras,ni la simpleza de los días, ni abrazos, ni miradas, ni risas, ni el cuerpo, ni siqueira me refiero al sentimiento, si no que dejamos de prestarnos a nosotros mismos.

No comments: